De acuerdo con datos del Ministerio de Salud, en 2020, Argentina reportó 376.219 defunciones por diversas causas. Las enfermedades del sistema circulatorio encabezaron la lista con un 25.8%, mientras que los tumores malignos siguieron de cerca con un 16,4%. Es relevante señalar que el cáncer de pulmón fue responsable de 8,606 decesos, lo que representa casi el 15% del total de muertes por cáncer.
Es de conocimiento común que el consumo de tabaco es la principal causa del cáncer de pulmón. A pesar de esta evidencia indiscutible, los esfuerzos desplegados para combatir este hábito nocivo parecen insuficientes ante la magnitud del problema. Si bien las medidas para controlar el tabaquismo y promover su cesación son cruciales en la lucha contra el cáncer de pulmón, la implementación actual de estas intervenciones sigue siendo subóptima.
La división “EconomistImpact” de la prestigiosa revista británica, TheEconomist, ha anunciado un simposio para noviembre en el cual se destaca una proyección preocupante: el cáncer podría convertirse en la principal causa de muerte en América Latina y el Caribe en un futuro cercano.
Hay datos alentadores, pero la adicción al tabaco no cede en la Argentina
En un estudio anterior, la misma revista estimó que el impacto económico directo del cáncer de pulmón en 12 países de la región asciende a US$ 1.35 billones, sin incluir los costos indirectos relacionados con pérdidas laborales y sociales, que se estima en unos 286 millones de dólares anuales.
No obstante, hay un costo que trasciende cualquier cifra: el dolor y sufrimiento de los pacientes y sus familias.
Surge entonces un interrogante: si la relación entre el tabaquismo y el cáncer de pulmón está tan claramente establecida, ¿por qué muchos países aún permiten la venta legal de tabaco? A modo de comparación, el asbesto, también causante de cáncer, ha sido prohibido a nivel mundial. La respuesta podría residir en el poderoso lobby de las tabacaleras y los enormes intereses económicos en juego.
Sin embargo, hay una luz al final del túnel. Algunos países, conscientes del desafío, están tomando medidas más agresivas. El Primer Ministro británico, Rishi Sunak, estudia la implementación de políticas antitabaco comparables a las adoptadas por Nueva Zelanda. Estas medidas, entre otras, contemplarían elevar progresivamente la edad legal para adquirir tabaco, con el objetivo final de que las futuras generaciones jamás puedan comprarlo, de modo que el tabaco nunca terminara vendiéndose a nadie nacido a partir del 1 de enero de 2009.
Tabaquismo, género y control del tabaco
Nueva Zelanda, bajo el liderazgo de la ex primera ministra Jacinda Ardern, no solo ha aumentado la edad legal para fumar, sino que también ha legislado para disminuir el contenido de nicotina en los productos tabacaleros y restringir su venta solo a tiendas especializadas.
La adopción de medidas similares en Argentina sería no solo posible y deseable, sino fundamental para salvaguardar la salud pública. La pregunta que queda en el aire es: ¿Por qué no se ha hecho ya?