Es el mediodía en una sala de directorio, testigo habitual de encuentros entre una veintena de pesos pesados del sector privado quienes, despojados de formalismos, sinceran números y proyecciones troncales para la actividad económica local.
A metros de allí, organizaciones sociales le ponen música y choripán a otro reclamo para percibir aumentos en los beneficios.
En ambas escenas hay un tercer factor común que es protagonista: la inflación anual de tres dígitos para este año. Eso provocó reformulaciones económicas: en un caso, hacia abajo; en el otro, hacia arriba.
En la mesa de directorio hubo frontalidad: el año próximo habrá recesión. Esa situación le marcará la cancha al próximo gobierno, sea Milei, Bullrich o Massa quien lo presida. Los tres están invitados, pero los organizadores confiaron que, hasta ahora, solo uno confirmó que irá.
Argentina viene con mala racha de crecimiento. En 2020 el PBI cayó un 9,9% y lo recuperó en el 21: 10,4%, pero sigue estando por debajo de 2019 y en el 22 no alcanzó; solo el 5%.
Los principales CEOs y gerentes generales reunidos ahí tienen menú austero: ensaladas, unos sándwiches frugales, gaseosas y agua mineral. Y, aunque hay menú, también hay sinceridad en los recálculos privados que hicieron. Los nubarrones que asoman en el horizonte privado se concentran en el primer semestre, el período en el que justamente habrá que afrontar los compromisos de deuda (interna y externa) que se reprogramaron desde el mes pasado. También los adelantos impositivos; es decir, habrá al menos seis primeros meses de 2024 de poca actividad económica y escasos ingresos tributarios para aportar al fisco mientras se concentrarán altas necesidades de ingresos.
¿Qué provocó eso? Confían, las medidas gubernamentales del último mes, la escalada indomable del dólar y el traslado a precios. Nada que no coincida con las observaciones del FMI, que esta semana advirtió que “la situación económica argentina sigue siendo muy desafiante y compleja”.
Aunque los empresarios reconocen que hay sectores al margen de las proyecciones hacia abajo como Vaca Muerta o el litio, observan que con mejores lineamientos de estabilidad, las inversiones que sí se están realizando serían hasta tres veces más abultadas.
La contracara de la baja en el nivel de actividad que viene en descenso desde hace al menos cinco años es que el empleo privado no crece desde hace diez. Tampoco lo hará el año próximo, en el primer año del nuevo gobierno.
Los datos de crecimiento de la economía vienen siendo desalentadores desde hace rato. Por ejemplo, en el primer trimestre de este año solo creció un 0,9%, pero en el segundo bajó un 2,8%. Es decir, está en realidad un 1,9% en el primer semestre.
Para buscar un cambio de aire, tal vez, IDEA recurrió a un título motivador este año para su coloquio: “Argentinos: volvámonos a ilusionar” y se volcarán 20 propuestas de transformación económica que se eligieron al cumplirse 40 años de la democracia.
“Con la convicción de que Argentina necesita transformaciones estructurales, hacemos una convocatoria a la ilusión”, habían señalado Santiago Mignone, titular del coloquio, y Daniel González en una conferencia virtual.
Detallaron que las transformaciones, a 40 años de democracia, se orientan a bajar el gasto público, los impuestos, el empleo, los planes sociales, la reforma laboral y tributaria y el cambio climático.